Amb
aquesta entrada coneixerem Aurora Luque (Almeria, 1962). L’entrevista la va
realitzar Nicolás Pascual Vera per a la revista Campus Digital de la Universitat de Múrcia el 19 de febrer de 2005.
Aurora Luque és poeta i professora de Filologia
Clàssica a la Universitat de Màlaga. I és precisament el seu ‘amor’ per la ‘paraula’,
les ‘idees’ i els ‘sentiments’ (filologia,
al cap i a la fi) dels grecs i dels
romans allò que caracteritza la seua obra poètica. La sensualitat, el carpe diem o la saviesa de la moderació
i de l’amistat són temes característics dels poemes grecoromans que podem
trobar reviscolats als versos d’aquesta escriptora amb una tècnica i un sentit del ritme i de la
bellesa inqüestionables.
L’any 1981 va ser guardonada amb el
Premi Federico García Lorca. En 2008
va rebre el Premi de Poesia Generación
del 27.
D’altra banda, Aurora Luque és també
una prestigiosa traductora d’alguns clàssics antics, com ara Safo o Catul, així
com d’autores franceses com Louise Labé (1524-1566) o Renée Vivien (1877-1909).
-Desde
hace tiempo la mujer ha irrumpido con fuerza en todos los ámbitos. También,
desde luego, en la literatura.
-R: No
es que haya irrumpido. La mujer ya estaba creando, escribiendo. Lo que ocurre
es que se ha hecho visible –al menos en el caso de la poesía, que es el que más
conozco- a partir de la década de los 80. Se ha producido una salida a la luz y
hoy la sociedad lo considera algo natural, pero la escritura de mujeres ya
existía.
Lo que ha ocurrido es que se ha dado
una valoración de la escritura femenina. Mientras antes no pasaba de ser una
subcultura, ahora hay una tendencia a verla con naturalidad, sin aspavientos,
con verdadera igualdad.
Yo creo que a lo largo de la historia
se ha producido una cierta incomodidad, una desconfianza ante la mujer
intelectual. Y lo más curioso es que éste ha sido un discurso occidental,
procedente de los países desarrollados, que venía a decir que si una mujer se
dedica solo a pensar o a escribir sería porque estaba frustrada en otros campos
o porque era fea, o tenía un grado de maldad… Todavía seguimos asociando a la
mujer con antiguos roles. No está asumida con naturalidad esa incorporación.
-P: Sin embargo, se
ha producido una eclosión de la literatura de mujeres.
-R: Pero
esa narrativa de mujeres que se fomenta desde ciertos órganos de poder es a
veces para formar nuevos guettos . No es nada inocente,
obedece a intereses comerciales más que estrictamente literarios. No existe una
apuesta clara por novelas difíciles escritas por mujeres, sino por obras
facilonas.
-P: Como especialista en literatura griega ¿qué cree que
nos pueden aportar, transcurridos 25 siglos, aquellos clásicos?
-R: Los
clásicos tienen la cualidad de ser inagotables. Eso es una cualidad de toda la
buena literatura. Si el libro se agota en una primera lectura, si no queda nada
para una relectura, está condenado al olvido. Los clásicos siguen propiciando
lectura.
-P: ¿Debemos
entender entonces que entre los clásicos no hay modas que marquen las pautas?
-R: Sí,
también entre los clásicos hay modas. Una época rescata unos clásicos y otra
otros. En cada momento se realizan traducciones nuevas. Hay momentos en que
interesan los pensamientos políticos de Platón; en otras los presocráticos
sugieren teorías políticas muy importantes. Cada época rescata los clásicos que
le son necesarios. Es como si nos encontrásemos en medio de un cementerio con
muchas lápidas, y cada época se dedicase a rescatar un muerto concreto.
-P: ¿Transcurridos
muchos siglos, hay mensajes vigentes hoy día implícitos en los textos clásicos?
¿Qué interesa hoy de ellos?
-R: En
el caso concreto de la poesía lírica, sigue interesando mucho el grado de
cotidianeidad, de inmediatez que tenía. Hacer una poesía que cuente las
experiencias del puro presente, del aquí y ahora, o el del ‘Carpe diem’, ese
‘aprovecha el momento’, que había sido ya formulado por los griegos antes de
que lo hicieran los romanos. Esos mensajes pueden ser subversivos incluso hoy.
Las enseñanzas de los poetas griegos
y romanos es modernísima. Estamos más cerca de ellos que de los poetas
medievales. Hoy nos resulta difícil sacar algún jugo a estos poetas, o a los
del siglo XVIII, nos quedan muy lejos. Cuando, por ejemplo, Catulo dice ‘Odio y
amo, me preguntarás por qué lo hago, no lo sé, siento que es así y me torturo’,
sentimos se trata de sentimientos actuales.
Pero no todo lo podemos importar del
pasado. A veces también interesan culturas actuales, aunque provengan de
lugares remotos.
-P: Como
especialista en el mundo clásico, ¿se le ocurren semejanzas entre personas y
situaciones actuales y del mundo clásico?
-R: Por
supuesto. A Bush le recomendaría que leyese a Tucídides. Las claves del
imperialismo que exporta democracia ya estaban en la Atenas del siglo V antes
de Cristo. Atenas era una democracia con ciudadanos libres que imponían la
democracia a la fuerza en otras ciudades, y si no, machacaban a los opositores.
La democracia puede ser excelente, pero si se pone a la fuerza es una
contradicción. Y eso ya estaba descrito y formulado en el mundo clásico, y con
mucha profundidad.
Leyendo a Tucídides nos damos cuenta
de que estamos en las misma situación que hace muchos siglos. Resulta
desolador. No hemos progresado nada, seguimos en lo mismo, pero a mayor escala:
imponiendo democracia, obligando a votar por la fuerza de las armas… Eso
debilitó a Atenas, que acabó por perder la hegemonía.
-P: Y avanzando 25
siglos en el tiempo, ¿qué intenta reflejar Aurora Luque en su poesía?
-R:
Al escribir poesía no se parte de unos propósitos concretos y explícitos. Los
poemas a veces nos llevan por unos caminos distintos a lo que se piensa
previamente. No hablo de una inspiración a la manera clásica, pero un poema que
tuviera una intención demasiado clara perdería esa ambigüedad que necesita para
poder tener muchas lecturas.
En un sentido muy amplio, lo que
intento, y lo que creo que intentan los demás poetas, es dar cuenta de mi
época, de mi mundo, de lo que me rodea.
-P: ¿En qué
sentido es distinto el lenguaje empleado por los poetas?
-R: La
poesía se instala en el lugar donde no llega el lenguaje cotidiano, donde no
llegan otros lenguajes más formalizados, en los huecos del lenguaje, en sus
vacíos, en sus ambigüedades.
La poesía intenta proporcionar una
visión del mundo con un lenguaje distinto, con un lenguaje consciente de su
propia insatisfacción, de su límite. Ese deseo de las palabras por ir más allá
de los usos cotidianos, estereotipados, es el mecanismo que utiliza la poesía.
La poesía se dirige a unas
capacidades distintas de comprensión del lector, dirigida a la intuición, al
disfrute estético de la palabra…
-P: ¿Quiénes son
hoy los modelos, las referencias clave para los nuevos poetas?
-R: Son
muy diversos. Desde hace algún tiempo existe un interés por poetas antes no
leídos ni traducidos. Por ejemplo, de Europa del Este, o de culturas remotas.
Yo creo que es saludable que se esté leyendo otra poesía que no sea solo la
española. Ahora mismo hay muchas más referencias, el panorama es mucho más rico.
Yo creo que a los más jóvenes les
interesan los poetas realistas, implicados en el mundo terrible que nos ha
tocado vivir, con todas sus contradicciones y sus angustias. Estoy pensando en
Roger Wolf y su realismo sucio. También está Jorge Richmann, ecologista
militante y poeta muy comprometido, pero que no renuncia a escarbar en el
lenguaje para saltarse lo estereotipado.
Me parece que, sin que haya un
compromiso social excesivo, sin estar en una literatura abiertamente
comprometida, lo que sí podemos decir es que no nos encontramos en un período
de vanguardia frívola, estética, de mero placer de la palabra por la palabra.
Hoy los jóvenes están interesados en una palabra comprometida.
-P: Y en ese mundo
que acabas de definir ¿qué podría hacer la poesía, cuál debería ser su papel?
-R: Enseñar
a encontrar las trampas de las palabras, que no te vendan un mundo maravilloso
los políticos tramposos. Para enseñar a discernir, a no dejarse arrastrar por
determinados discursos.
La literatura es una gimnasia para
aprender todos los mecanismos del lenguaje. Pensamos con palabras y el poeta
pone en sus textos las palabras a presión, las violenta, les hace decir más
cosas: La persona que lee poesía está más entrenada para saber analizar y
detectar manipulaciones interesadas del lenguaje. Yo creo que, en ese sentido
cualquier poesía puede servir, enseña a hacerte dueño de tu propio idioma.
-P: ¿Es el lector
de poesía distinto al del resto de los géneros literarios?
-R: Sí.
Los poetas, aunque a veces no lo admitamos, somos, si no lectores, sí
escuchadores de poesía. Quien oye una canción buena, con una buena letra, está
ya disfrutando de un poema.
Hemos convertido la poesía en materia
académica, un asunto que está en los libros más escondidos de las librerías.
Pero la poesía nace para ser cantada. Las letras de las canciones que nos
gustan la llevamos dentro, nos acompañan.
El mensaje de los primero poetas era
acompañado de música. Aunque nos hayamos separado de ese modelo, pienso que
sigue haciendo falta. Igual que podía necesitar un poeta de la antigüedad o del
renacimiento ese canto, que podía actuar como un bálsamo, ahora ese impulso nos
lleva a un libro de poemas. Hay épocas en las que podemos estar leyendo libros
de un poeta de manera insistente, llevar sus libros a todas partes, y otras en
las que no necesitamos la poesía. De ahí que los poetas no podamos escribir un
libro cada seis meses. De la misma manera que un lector tampoco tiene por qué
necesitar la poesía a todas horas.
-P: ¿En qué
momentos necesitamos especialmente la poesía?
-R: Es
algo absolutamente caprichoso. Depende de los momentos anímicos. En las
situaciones límite se lee mucha poesía. En los momentos de máximo enamoramiento
o de máximo sufrimiento. Esas experiencias nos acercan a lo que los poetas nos
ofrecen: salirnos de la rutina y meternos en experiencias que no son las
cotidianas, superar la corteza, llegar hasta el fondo de las cosas.
-P: ¿Cuál es a su
juicio el momento de la poesía en España? ¿Existe una buena semilla que nos
haga pensar que tendremos una cosecha importante en el futuro más próximo?
-R:
Sí. Hay muchos poetas jóvenes. Hay libros hechos por jóvenes que sorprenden. En
ese sentido no hay nada que temer.
-P: ¿Han aportado
las nuevas tecnologías algo positivo al mundo de la lírica, o acabarán
matándolo?
-R: Con
internet ha ocurrido un hecho curioso, por sus canales circula la poesía con
más flexibilidad que antes. La poesía siempre ha estado mal distribuida, las
novedades más comerciales de narrativa se comen todo el espacio. En cambio,
internet ha permitido que circulen poemas a los que antes era difícil acceder.
Gracias a internet hoy es más fácil leer a poetas de otros ámbitos muy
diferentes al nuestro. No tiene los límites de la distribución, que está movida
por intereses comerciales, ni de la edición. A veces los editores son
auténticos tiranos, y deciden de una manera muy injusta lo que se publica. Lo
que se escribe hoy puede circular más libremente que nunca.
Internet es un poco libertario, es un
sistema iconoclasta que permite pasar por encima de muchas jerarquías absurdas.
Algo parecido ocurre con la música. Hay que entender que la sociedad ha
cambiado, que se han creado cauces nuevos. De la misma manera que las cabinas
telefónicas o los carretes de fotos han caducado, también han acabado ciertos
formatos de edición de libros o de música. Ahora sobreviven las editoriales de
libros bellos, de publicaciones artesanales, hermosas. Eso no corre peligro,
nadie renunciará a ello.
«Carpe noctem» és un poema d’Aurora Luque
que pertany al llibre titulat Poemas para
la siesta de Epicuro (2008):
Carpe noctem, amor. Coge el brusco deseo
ciego como adivino,
los racimos del pubis y las constelaciones,
el romper y romper
de besos con dibujos de olas y espirales.
Miles de arterias fluyen
mecidas como algas. Carpe mare.
Seducción de la luz,
de los sexos abiertos como tersas actinias,
de la espuma en las ingles y las olas
y el vello en las orillas, salpicado de sed.
Desear es llevar
el destino del mar dentro del cuerpo.
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